Thursday, March 24, 2022

LA CARTA DE MI PADRE

    Digo carta pero realmente fue un e-mail que recibí de mi padre ayer.  Antes nos escribíamos cartas cada cuatro a cinco años. O más bien cada diez. Ahora llevamos el mismo ritmo con el e-mail. 

    La última vez que vi a mi padre me pidió disculpas por no haber sido el padre que me merecía. Nos tomamos un café en una crepería en el estrato alto de Bogotá. Recuerdo una calle decorada con árboles y mucho verde. Junto a una iglesia. Era domingo y la gente entraba o salía de misa. Habían pasado décadas sin vernos. 

    En su momento recibí sus palabras como una reafirmación de mi sentimiento de rechazo y abandono. Durante toda mi infancia los niños que tenían padre despertaban en mí una envidia y añoranza que me llenaba de rabia y resentimiento. Es el mismo sentimiento que a veces despierta en mí la gente que tiene casa con jardín o terraza.  

    En cada ciudad que viví, sea Miami, Washington D.C., Colonia, New York, Beijing, Madrid o Barcelona, respondí siempre lo mismo si alguien preguntaba por mi padre: "No tengo. Bueno, tengo pero nunca se interesó por mí y le he perdido la pista."  Su falta de interés creó en mí un vacío que llené con "relaciones rescate." Es así como el perfil de todas mis parejas hasta ahora ha sido el mismo: hombres que padecían de alcoholismo, o de su falta de sentido práctico por la vida material, o de su caos interior, etc. Buscaba en cada uno de ellos a ese padre ausente.

    Y como no podía ser de otra manera encontré en el padre de mi hija una versión de mi propio padre. Igual que mis padres, nunca tuvimos una relación como para plantearnos formar una familia.  Nuestra hija Alexandra nos vino porque le tocaba nacer y le tocábamos como padres. 

    Y al igual que mi padre, el padre de mi hija no aporta para la manutención de mi nena. Igual que mi padre, al padre de mi nena le cuesta encontrar su rumbo y su forma de "ganarse la vida". Es una frase que me horroriza por una parte, ya que todos somos merecedores de "la vida" sin tener que "ganárnosla". Pero por otra parte el mundo es material y se requiere el ganar dinero para poder vivir. La vida terrenal es así.

    El lenguaje del amor es amplio. Pero también es cierto que un niño con hambre te recibe antes un plato de comida que un abrazo. Demasiadas veces he dicho al padre de mi hija que el amor se demuestra organizándose para tener dinero con que comprarle comida y ropa a nuestra hija. Pero está claro que con la elección de este padre para mi hija inconscientemente he buscado repetir los patrones de mi  pasado. Es ahora que entiendo tanto más a mi madre.

    Agradezco al universo que, al igual que mi madre, tengo un cuerpo y una mente que me han permitido "ganarme la vida" para cuidar de mi misma y de mi hija. También agradezco al universo que a diferencia de mi padre, el padre de mi hija le adora y se lo dice cada día. He logrado así romper por lo menos el patrón del padre ausente y de eso me siento orgullosa. 

    En respuesta a la carta de mi padre tengo lo siguiente que decir:  

    Padre, perdimos el contacto por la distancia, por la falta de interés por ambas partes, porque cuando me acerco parece que me quieres pedir dinero para ti o para tus otros hijos, por el ajetreo normal de la vida, etc.  

     Padre, tengo una hija inteligente, con una madurez emocional sorprendente, alegre, alentada, come estupendamente, habla inglés, español y catalán con fluidez y ahora estamos con clases de alemán. Quisiera que aprenda rumano, su idioma paterno. Le encanta bailar y pintar. Está repletita de amor que le dan sus padres, sus dos abuelas, sus tíos Marybel, Dirley, Karen y Kenny. He creado para ella algo que yo siempre eché a faltar: la sensación de tener una familia que le acoge y le respalda. ¡Estoy muy orgullosa de ello!

    Padre, estoy muy agradecida porque tengo la oportunidad de seguir compartiendo con, y cuidando de mi nena. Superé un cáncer que me diagnosticaron en enero del año pasado. Realmente no hay nada como estar muy cerca de la muerte para librarse de cargas del pasado y ser ¡FELIZ!

    Padre, en tus cartas siempre noto un tono de reproche por haberme "marchado de tu lado". ¿Sabes? Yo al universo también le agradezco que la ausencia de un padre que respondiera fue lo que animó a mi madre a buscar otros caminos y a construir nuestra vida en Miami. En Granada me hice una idea de lo que hubiese sido mi vida junto a ti y a Lucia. Mi respuesta: ¡no, gracias! Mi reacción creo que no te debe sorprender.

    Padre, de mi experiencia en el rol de hija me queda claro que cada uno tiene los padres que se merece. Tu eres el padre que me merezco. El vacío que sentí por no tenerte presente en mi vida me armó de valor y energía. Gracias en parte a no tenerte he logrado ser la mujer que soy. Gracias.

    Padre, Alexandra me ha preguntado más de una vez por qué ella no tiene yayos (la palabra para abuelo en catalán). Yo un día le conté que sus yayos se portaron mal y que por eso no les conoce. Mi hija, tan bella, me preguntó si acaso no recogían sus juguetes o si no les gustaba compartirlos. Le respondí que sí, que más o menos fue eso lo que pasó. Te animo a que tengas contacto con ella. Mándame un video si puedes. Yo le puedo contar quién eres. Tal vez más adelante organizar una videollamada para que sepa quien eres.  

La vida es demasiado frágil y temporal para desaprovecharla.  

    







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