Saturday, July 9, 2022

Pero, ¿con 5 años TODAVÍA no te nada?

    Hace casi 6 años mi hija sobrevivió una lucha de 26 horas por nacerIntentamos el parto sin epidural y sin inducir, pero acabamos sometidas a una cesárea de emergencia. Tras un día entero de esfuerzos y muchas horas sentadas en la pelota de pilates mi bebé no logro posicionarse para lograr el parto natural.  
    
    Después de tantas horas oí a la enfermera decir que mi hija se empezaba a ahogar. Me abrieron el vientre en el pasillo de camino al quirófano. Las ruedas de la camilla aún giraban cuando sentí el bisturí cortar mi abdomen. En cuestión de segundos el espíritu luchador de Alexandra había superado su primer reto: el de no morir.   

    Años después al contarle a mi psico oncóloga que Alexandra tenía una gran aversión al agua y que mis intentos de apuntarla a natación nos habían causado más trauma que beneficios, la doctora dio por hecho que habíamos sobrevivido un parto muy difícil. Hasta ese momento yo no había conectado algo que ahora me parece más que obvio.  

    Decidí pues no forzar a mi hija a nadar e intentar enseñarle yo con la máxima dedicación y paciencia requeridas. Acordé con mi nena de hacer media hora de natación diaria en Miami aprovechando que tenemos piscina. Las clases empezaron bien: cada mañana dábamos un "pasito despacito" y nos íbamos sintiendo incrementalmente motivadas.     
    
    Celebrábamos cualquier logro, por más mínimo que fuese: sumergir la nariz debajo del agua 2 segundos: ¡BRAVO!!, mover los brazos dentro del agua como una mariposa: ¡BRAVO!  Pasamos dos semanas encantadas y orgullosas con nuestro progreso. 

    Antes de ayer fuimos a casa de mi tía y Alexandra quiso demostrar su maestría en la piscina. Toda orgullosa desplego los aprendizajes de los últimos 10 días. Pero las expectativas de mi tía no se vieron cumplidas: "Esa niña no sabe nadar. Es un peligro una niña tan grande que no sabe ni nadar."

    Al caer en cuenta que, aunque habíamos avanzado mucho, en efecto mi hija seguía sin saber nadar empecé a dudar de mi estrategia. En lugar de actuar como un parachoques, yo misma empecé a cuestionarle y a presionarle. Le critiqué abiertamente. Puse en duda sus ganas de aprender. No fui la madre que me hubiese gustado ser en ese momento. 

    Ayer en la piscina de mi madre una vecina me dijo que sus nietos ya nadaban con 2 años. Me sentí como la "típica" madre alcahueta y sobreprotectora por haber cedido a desapuntarla de natación. Nuevamente opté por intimidar y asustar a mi hija. Mi Alexandra me respondía: "mommy, I'm trying. Mom, yo sé hacer otras cosas, pero no nadar."  

    Le expresé toda mi rabia tras aguantar años de presión, de comparaciones, de sentirme inadecuada. Sentí que los hombros se me encogían hasta casi tocar mis lóbulos. Noté que perdía la empatía hacia mi hija y hacia mi misma. Ella se defendía bien de mis acusaciones. 

    De repente vi que sumergió su cabecita debajo del agua y empezó a moverse con la maestría de alguien que lleva años nadando. Me preguntó: "mommy, are you happy? are you proud?".  Logre despejar mi nube de frustración y vi a mi nena tan pura; tan ansiosa por complacerme. De inmediato le pedí disculpas por mi comportamiento. Me dijo: "mami, lo hiciste muy bien. ¡Ya aprendí a nadar!"



Las clases de natación resultaron ser una importante lección para ambas.



















Sunday, April 17, 2022

TAL VEZ DEBERÍAS ...

    Estas últimas semanas he tenido la suerte de recibir varias visitas muy deseadas en casa. Percibí mi emoción y anticipación ante la oportunidad de reconectar con estas personas principalmente como cariño e interés por sus más recientes experiencias. 
    
    Pero las palabras de mi psicooncóloga la última vez que fui a un grupo de apoyo para sobrevivientes de cáncer me dejaron pensando en que realmente lo que yo añoraba ante todo era la oportunidad de darles mi opinión sobre sus vidas. 

    Cada sesión de grupo de apoyo me da tantísima perspectiva y de forma tan inesperada que veo con innegable claridad las curvas y longitud del camino al entendimiento de mi propio ego. Es un camino por momentos con mucho tráfico y a su vez pueden pasar meses sin pasar por él.     

    A menudo doy por hecho que cuando alguien me cuenta algo es para que yo de mi perspectiva o para que emprenda alguna acción. La reacción típicamente femenina es la de dar consejo. La masculina es la de resolver el problema. Pero realmente cuando alguien nos comparte su realidad la escucha activa y empática es la mejor práctica. Al menos de que se nos pida nuestra opinión o ayuda específicamente no hay lugar para darla. 

    La psicooncóloga nos hizo el llamamiento a las 5 mujeres que fuimos ese día al grupo a escuchar atentamente y pedir permiso activamente antes de compartir nuestra opinión. El preguntar: "si te parece bien te puedo decir mi punto de vista". 

    Yo pensé que había aprendido mi lección y en una conversación con mi prima que vive en Alemania y es una de las visitas que recibí recientemente le pedí disculpas por darle mis opiniones como si me las hubiese pedido. 

    A los pocos días me fui a Bélgica a visitar a la tía de mi hija por parte de padre. Y como no podría ser de otra manera, el reaprendizaje está en los matices: me vi sentada en su gran jardín en Ost-Vlaanderen disfrutando de un delicioso crepe relleno de queso fresco y dándole mi opinión enmascarándola como escucha empática. Mi voz decía: "Bueno, yo en estos casos hago tal y tal..."  

    Ahora después del hecho y ya sentada en el sofá de casa bebiendo mi infusión de roibos caigo en cuenta de que mi ego travieso encontró otra manera de controlar la situación. 

    Cada lección la aprendemos una y otra vez, cada vez con un matiz un pelín diferente. Lo suficientemente diferente para darnos la oportunidad de profundizar un pelín más. ¡Así de generosa es la vida: siempre nos dará la oportunidad de aprender la misma lección una y otra y otra y otra vez!



Thursday, March 24, 2022

LA CARTA DE MI PADRE

    Digo carta pero realmente fue un e-mail que recibí de mi padre ayer.  Antes nos escribíamos cartas cada cuatro a cinco años. O más bien cada diez. Ahora llevamos el mismo ritmo con el e-mail. 

    La última vez que vi a mi padre me pidió disculpas por no haber sido el padre que me merecía. Nos tomamos un café en una crepería en el estrato alto de Bogotá. Recuerdo una calle decorada con árboles y mucho verde. Junto a una iglesia. Era domingo y la gente entraba o salía de misa. Habían pasado décadas sin vernos. 

    En su momento recibí sus palabras como una reafirmación de mi sentimiento de rechazo y abandono. Durante toda mi infancia los niños que tenían padre despertaban en mí una envidia y añoranza que me llenaba de rabia y resentimiento. Es el mismo sentimiento que a veces despierta en mí la gente que tiene casa con jardín o terraza.  

    En cada ciudad que viví, sea Miami, Washington D.C., Colonia, New York, Beijing, Madrid o Barcelona, respondí siempre lo mismo si alguien preguntaba por mi padre: "No tengo. Bueno, tengo pero nunca se interesó por mí y le he perdido la pista."  Su falta de interés creó en mí un vacío que llené con "relaciones rescate." Es así como el perfil de todas mis parejas hasta ahora ha sido el mismo: hombres que padecían de alcoholismo, o de su falta de sentido práctico por la vida material, o de su caos interior, etc. Buscaba en cada uno de ellos a ese padre ausente.

    Y como no podía ser de otra manera encontré en el padre de mi hija una versión de mi propio padre. Igual que mis padres, nunca tuvimos una relación como para plantearnos formar una familia.  Nuestra hija Alexandra nos vino porque le tocaba nacer y le tocábamos como padres. 

    Y al igual que mi padre, el padre de mi hija no aporta para la manutención de mi nena. Igual que mi padre, al padre de mi nena le cuesta encontrar su rumbo y su forma de "ganarse la vida". Es una frase que me horroriza por una parte, ya que todos somos merecedores de "la vida" sin tener que "ganárnosla". Pero por otra parte el mundo es material y se requiere el ganar dinero para poder vivir. La vida terrenal es así.

    El lenguaje del amor es amplio. Pero también es cierto que un niño con hambre te recibe antes un plato de comida que un abrazo. Demasiadas veces he dicho al padre de mi hija que el amor se demuestra organizándose para tener dinero con que comprarle comida y ropa a nuestra hija. Pero está claro que con la elección de este padre para mi hija inconscientemente he buscado repetir los patrones de mi  pasado. Es ahora que entiendo tanto más a mi madre.

    Agradezco al universo que, al igual que mi madre, tengo un cuerpo y una mente que me han permitido "ganarme la vida" para cuidar de mi misma y de mi hija. También agradezco al universo que a diferencia de mi padre, el padre de mi hija le adora y se lo dice cada día. He logrado así romper por lo menos el patrón del padre ausente y de eso me siento orgullosa. 

    En respuesta a la carta de mi padre tengo lo siguiente que decir:  

    Padre, perdimos el contacto por la distancia, por la falta de interés por ambas partes, porque cuando me acerco parece que me quieres pedir dinero para ti o para tus otros hijos, por el ajetreo normal de la vida, etc.  

     Padre, tengo una hija inteligente, con una madurez emocional sorprendente, alegre, alentada, come estupendamente, habla inglés, español y catalán con fluidez y ahora estamos con clases de alemán. Quisiera que aprenda rumano, su idioma paterno. Le encanta bailar y pintar. Está repletita de amor que le dan sus padres, sus dos abuelas, sus tíos Marybel, Dirley, Karen y Kenny. He creado para ella algo que yo siempre eché a faltar: la sensación de tener una familia que le acoge y le respalda. ¡Estoy muy orgullosa de ello!

    Padre, estoy muy agradecida porque tengo la oportunidad de seguir compartiendo con, y cuidando de mi nena. Superé un cáncer que me diagnosticaron en enero del año pasado. Realmente no hay nada como estar muy cerca de la muerte para librarse de cargas del pasado y ser ¡FELIZ!

    Padre, en tus cartas siempre noto un tono de reproche por haberme "marchado de tu lado". ¿Sabes? Yo al universo también le agradezco que la ausencia de un padre que respondiera fue lo que animó a mi madre a buscar otros caminos y a construir nuestra vida en Miami. En Granada me hice una idea de lo que hubiese sido mi vida junto a ti y a Lucia. Mi respuesta: ¡no, gracias! Mi reacción creo que no te debe sorprender.

    Padre, de mi experiencia en el rol de hija me queda claro que cada uno tiene los padres que se merece. Tu eres el padre que me merezco. El vacío que sentí por no tenerte presente en mi vida me armó de valor y energía. Gracias en parte a no tenerte he logrado ser la mujer que soy. Gracias.

    Padre, Alexandra me ha preguntado más de una vez por qué ella no tiene yayos (la palabra para abuelo en catalán). Yo un día le conté que sus yayos se portaron mal y que por eso no les conoce. Mi hija, tan bella, me preguntó si acaso no recogían sus juguetes o si no les gustaba compartirlos. Le respondí que sí, que más o menos fue eso lo que pasó. Te animo a que tengas contacto con ella. Mándame un video si puedes. Yo le puedo contar quién eres. Tal vez más adelante organizar una videollamada para que sepa quien eres.  

La vida es demasiado frágil y temporal para desaprovecharla.  

    







Monday, January 24, 2022

FOC, 57

    Salí de casa con tiempo de sobra para llegar al Carrer del Foc 57 sin estrés. Fui en bus porque parecía la forma más directa de llegar desde mi casa. Esta gestión importante la tenía pendiente desde hace meses pero entre la quimioterapia y la masectomía no pude. De camino repasé los papeles a presentar en las oficinas del Districte Administratiu de la Generalitat de Catalunya una y otra vez. Todo completo, todo OK!  

    Llegando a la Plaça Espanya se paró el tráfico completamente. Sentí un hormigueo de ansiedad. Me agobié de pensar que hacer UNA GESTIÓN me puede causar tanto estrés. En el bus vas más alto que el resto de los coches y se ve la longitud de los atascos con facilidad. ¡Gran Vía colapsada!  Mi dialogo interior se hizo más oscuro a medida que pasaban los minutos: "vaya, tendría que haber pillado el metro, ¿en qué momento decidí que el bus? Es que todas las gestiones me salen al revés. Mira que estresada vas, lo único tienes agendado el resto del día es un masaje y aún así no logras relajarte. ¿que pasará cuando vuelvas a la vida real y tengas un trabajo?

    Para cuando llegó el bus a mi parada iba bien de tiempo aún pero ya un poco justa. Con la mente nublada y llena de odio hacia mi misma saqué el iPhone para que me guiará. Empecé a andar cuesta arriba apresurando el paso. Faltaban 10 para las 10, aún OK porque el iPhone indicaba 8 minutos. Ya sabiendo el camino guardé el móvil en mi mochila para centrarme en andar rápido. ¡Buen momento para este ejercicio de Mindfulness!  

    Me pareció raro que después de unos 5 minutos sólo veía espacios abiertos y verdes y ninguna señal de un edificio oficial. Volví a sacar el móvil y resulta que al mirarlo se había girado el mapa y ande en la dirección contraria. ¡Mierda X 2Las 9:58 y el iPhone me indicaba :14 minutos hasta mi destino. Jolines, casi el doble que cuando llegué. 

    Volví corriendo, pasé por la parada de bus nuevamente. Hacía tanto sol que me quité la chaqueta y las dos capas de ropa que llevaba puesta. Me entraron los sofocones pre-menopaúsicos. Iba por la calle en tirantes y gorra en diciembre. Mi voz interior entro en modo pánico y la abusadora agarro el micrófono: "esta era la única gestión importante que tenías toda la semana. Si no eres capaz ni de encontrar un sitio obviamente no serás capaz de encontrar un empleo. Te ahogas en un vaso de agua. ¿Cómo será cuando tengas el trabajo, la casa, la niña y todo tu sola? No podrás con todo. ¡Está más que claro!

    Al final llegué 10 minutos tarde, acongojada y resignada a haber perdido mi turno, como pasa en el Ayuntament cuando te presentas tarde. Estas oficinas parecían la entrada a un hotel: techo alto, madera, colores cálidos, luz natural, plantas. Bonito. Expliqué al chico de la recepción que con los nervios fui andando en la dirección contraria hasta llegar casi al Palau St. Jordi. El joven que me atendía me contesto con una voz serena y una sonrisa firme pero empática diciendo: "Tranquila, todo está bien. Presiona la letra C y te sientas."

    Me senté a esperar, chorreando de sudor y pensando en esta, mi primera excursión después de mi operación. Tan agradecida a mi cuerpo por lograr tal carrera colina arriba y colina abajo sólo semanas después de una intervención de 14 horas. Me sentí esperanzada y a su vez avergonzada ya que justo había completado un curso de seis semanas titulado "Vivir Bien Con Estrés" para pacientes de cáncer.  

    Me di cuenta que el manejo del estrés no se aprende sino que es un reto diario. Que en la vida siempre hay gestiones y trajines. Que perderé mi centro en algunas situaciones pero lo importante es acercarme en lo posible a una paz que me lleve a ser maleable ante el inevitable corre corre del día a día. Ya puedo tener el trabajo que tenga o incluso dejar de trabajar, que las situaciones de estrés se presentarán igual. Respiro, me quiero, todo lo lograré, soy fuerte a pesar de esos momentos de debilidad y duda.  


Ese día no saque fotos pero aquí algunas de Google. El edificio del Districte Administratiu está diseñado para trasmitir el bienestar y la paz que necesité en ese momento. Todo llega, todo encaja cuando tiene que ser: