Tuesday, June 29, 2021

BIG PROBLEMS, Medium Problems, small problems

    In the past whenever I've faced a difficult challenge I've often said to myself, "come on Albasarí, this is peanuts, it's not like I have cancer or something really bad like that." 

    Now that I actually have cancer I've had the opportunity to reflect on the due magnitude of the different types of problems I face in my day to day. While it is true that having cancer is indeed a big problem, this doesn't mean that it somehow wins the prize for top problem and is therefore most worthy of energy or empathy above all other challenges. 

    When I ask my dear friends how they are doing they start off by telling me about their broken hearts, leaky faucets, rowdy children, toxic work colleagues, etc. and then inevitably they freeze in place and say something like: "but I know this is nothing compared to having cancer". They seem sorry for taking our time up with what they catalogue to be as small or even medium problems.  

    I want to comfort my lovely friends and provide the space for us to talk about all types of troubles without having to categorize or compare them. Talking and sharing = empathy and understanding. For me sharing in each other's problems is about meeting each other where we happen to be at, at that moment.

    Different stages in life call for different types of problems. When I’m in an office environment I too give myself license to resent my boss’s mansplaining or the ill-intentioned e-mail from the colleague I can see typing from across the open space who coulda just walked over to talk instead of writing me ccing half the company. Right then and there I would consider these to be medium problems. While it’s true that some degree of perspective is called for so that we don’t obsess or dedicate excessive time to being annoyed at such situations it’s OK to express anger or frustration over situations which suck.       

    The other day I had a bug day. I'm referring to actual living, physical bugs. First it was a mega fly. Bigger than a stuffed olive. Me and my daughter chased it around the house with cushions in our hands trying to steer it towards the open window or balcony. We were preoccupied with the fly for hours as we knew it was imperative to get it out of the house before going to bed so as to prevent it from waking us up the next morning at sunrise. This was a small problem, but it turned into a really big one around 8 PM on Saturday evening.

    The even bigger problem was a tiger mosquito we identified shortly after finally getting rid of the goddammed fly. The tiger mosquito is no small problem. In fact, right then I felt like it was a medium problem that could turn into a big one. We silently watched and chased and hunted and jumped and toppled the lamp until finally I was able to smash it into my newly painted wall. When I saw the blood splatter turn into a streak thanks to my lack of craftiness I almost cried. Right then and there this felt like a big problem. And I don’t feel guilty about thinking this at that moment! 




    This is some water damage in my bathroom. Yes, this is a small problem in the grand scheme of things. Still it requires attention and energy: call the insurance company, buy the baseboard wood, make an appointment with the carpenter, wait for him to show up, etc. Not the end of the world. But I don't feel petty for wishing it hadn't happened so I wouldn't have to deal with it. 

    I won't even feel petty for being annoyed if the carpenter shows up an hour late. And yes, the cancer gives me some perspective: I'm better able to love the carpenter for existing, I feel grateful for having an appartment, and I take the wait time as an opportunity to organize my drawers. 

    Still, the energy and focus must be employed to fix the damage and it's normal to process this inconvenience however we each see fit and are able to in the moment! 

Sunday, June 20, 2021

¡DESPUÉS DE UN AÑO NOS SALUDAMOS CON LOS OJOS !

     Hay una mami del cole de mi hija que tiene dos pequeños. Uno tendrá un año y el otro creo que cinco. Ella es alta y de ojos claros. Por la forma en que viste pensé que es nórdica. Hace poco la oí hablando en catalán y ahora sé que es de aquí.  

    Justo pasado mañana se cumple el ciclo de un año escolar durante el cual nos hemos encontrado de camino y de vuelta del cole casi cada día. Diez meses durante los cuales habíamos establecido el siguiente ritmo: según nos íbamos acercando la una a la otra yo buscaba sus ojos para hacerle un gesto de reconocimiento y de saludo y ella miraba en otra dirección. 

    Mi razonamiento fue el mismo cada día: es obvio que las dos estamos al tanto de que la otra existe, ambas vemos que en pocos segundos estaremos a menos de un metro de distancia la una de la otra, es obvio que nuestros peques van al mismo cole, es obvio que vivimos a pocas manzanas la una de la otra, es obvio que somos dos seres con la mínima conexión de pertenecer a la misma especie. Por lo tanto cada día tomaba la decisión de intentar saludarle a sabiendas de que la probabilidad de no recibir un saludo de vuelta era muy alta.

    Así fue cada día: yo veía que ella bajaba por la calle, ella me veía y miraba hacía los coches que pasaban, nos íbamos acercando y yo le sonreía con los ojos y con mis labios por debajo de mi mascarilla. Justo al ver mi gesto de acercamiento ella miraba hacía su hijo o su bebe. Yo me quedaba colgada con el saludo en el aire pero igualmente satisfecha de haberlo intentado. 

    Esta semana pasada ocurrió algo que me inspiró a escribir sobre mi experiencia. Fue un evento de tanta importancia para mi que aún estoy regocijando. Estábamos en el momento del ritual en el que la mami del cole aleja la cara pero me sorprendió fijando su mirada en mi y saludándome con los ojos. No sólo me saludo con los ojos sino que también levantó su mano afianzando el saludo con dos partes de su cuerpo. ¡Un gesto inequívoco!

     Me sentí orgullosa de haberle saludado un año entero, sin flaquear, sin desanimarme. La consistencia con amor y respeto es una de las lecciones que he aprendido en Catalunya. El no juzgar. El no concluir de entrada que esta mujer es una borde, una tonta, una racista, etc. Le salude cada día con el corazón abierto; sin expectativas. Llegué a entender algo tan obvio como que en algunos sitios la gente no saluda de vuelta como en Madrid o en la Florida justamente porque no estamos ni en Madrid ni en la Florida. La gente aquí actúa de manera diferente. And, it's OK! 

    Cada ciudad cultiva sus formas de hacer. No tenemos porque comportarnos igual. Ser "friendly" no es una obligación. No es la regla con la cual se miden todas las culturas. Yo sigo siendo la misma, la que saluda, la que sonríe porque me nace a mi. Pero sin imponerle mi forma de hacer a los demás. Y al final esta mami del cole logró contactar conmigo a un nivel que yo entiendo porque hice el esfuerzo de entender su forma de ser. Siento que he crecido con esta dosis diaria de una dinámica que me costó entender cuando mi hija empezó el cole. 

    Si me vuelve a saludar bien. Si no me vuelve a saludar bien. Importante es no perder el centro. No amargarme. No desanimarme. Yo soy yo. Ella es ella. Ambas somos perfectas tal cual. Le estoy agradecida por saludarme. Por no saludarme. 

     



     Mi hija de camino al cole. La ruta que tomamos cada día. ¡La ruta del saludo!
 
    A pocos metros de casa nos solemos cruzar con una portera que barre la entrada de su edificio cada mañana. Es latinoamericana como nosotras. Ella nos saluda siempre con una sonrisa plena. Esa interacción me llena de ánimos porque entiendo esta forma de conectar. Me reconforta compartir un saludo con personas que buscan esa sensación de cercanía a través de un saludo.  

    ¡Que suerte poder vivir mi día de formas tan variadas y válidas a pocos metro de la entrada de mi portal!

Tuesday, June 8, 2021

EL ZIKA


    Ayer justo cuando iba de camino a empezar la segunda fase de mi quimioterapia recibí un mensaje de voz desgarrador de una amiga. Ella es lesbiana y junto con su pareja decidieron tener un bebé. Después de hacer el proceso para quedarse embarazadas desafortunadamente tuvieron que terminar el embarazo por una malformación del feto. 

    Me acosté impactada repasando en mi mente esa voz estremecedora que temblando me explicaba la razón por la cual no había contestado a mis Whatsapps en los últimos días.

    Las noches que me toca quimio tiendo a sudar mucho y me pica todo el cuerpo. Anoche sudé el doble y me picaban hasta los dientes; el pelo no porque de momento no tengo. Pensando en esa decisión tan difícil para una futura madre recordé con exactitud mis primeros meses de embarazo. 

    En febrero de 2016 hice una ruta de algunas tiendas que en ese entonces supervisaba. Pasé por Colombia y me extraño que mi cuerpo me pidiera con tanta ansia aquellos sabores de mi niñez; arepas, almojábanas, changua, sancocho, ajiaco, y mucho más. Estuve pensando sobre todo en comer durante ese viaje. 

    De Bogotá continué con mi ruta a Rio de Janeiro donde no tuvimos aire acondicionado en la tienda y tampoco en el hotel por un problema eléctrico en toda la zona de Botafogo. Era verano y época de lluvias. Hacía mucho calor. Recuerdo que me viajaban las gotas de sudor por la espalda y brazos mientras colgaba vestidos en la tienda. Además, salí de allí con por lo menos 20 ronchas de picadas de mosquitos. 

    Al llegar a São Paolo empecé a encontrarme mal. Escribí a la clienta que descansaría un poco en el hotel antes de ir a la tienda pero a partir de ahí no me pude levantar durante casi 30 horas. Estuve postrada en la habitación con fiebre y sudores hasta el día siguiente cuando la clienta ya preocupada vino a verme a la habitación y vi la preocupación en su cara ¿paludismo? ¿chikungunya¿zika? 

    Después de tantas horas de reposo me sentía mejor y no me quise complicar en ir a un hospital en São Paolo porque prefería coger mi vuelo de vuelta a España. Al llegar a Barcelona tenía cita con un ginecólogo y durante esta visita recibí una noticia sorprendente: ¡estaba embarazada!  

    Justo a principios del 2016 estalló la noticia del virus del zika, de las malformaciones de los fetos, del peligro para mujeres que vivían o habían viajado por Latinoamérica. El zika fue como muchos temas en la prensa: una moda pasajera de unos pocos meses.  

    Al comentarle al ginecólogo que acababa de volver de Colombia y Brasil saltó la voz de alarma e inmediatamente me hicieron una prueba para detectar la presencia de anticuerpos contra la familia del virus zika. Salió positiva. El test para determinar si había contraído zika específicamente se tenía que mandar a Majadahonda (Madrid) y me tocó esperar 10 días hasta recibir los resultados. 

    Fueron 10 días llenos de angustia y sufrimiento. Apenas me alcanzaba a sentir como futura mamá. Amaba ya ese ser que tenía dentro. Pero a su vez pensaba en la posibilidad de tener que matarle si hubiese un riesgo de que naciera con microcefalia. ¿Cómo le pides a una mami que decida algo así? 

    Sufrí mucho. Lloré mucho. Me despedí de mi bebe. Decidí luchar por el o ella dando igual cualquier malformación. Decidí una cosa y luego la otra mil veces. Fue uno de los momentos más difíciles de mi vida. 

    Anoche a las 3:00 de la mañana seguía despierta pensando en mis amigas y busque el calor de mi hija, su olor, su piel tan suave que parece harina, su pelo mojado de sudor. Me acosté en el suelo al lado de su cama para no despertarle. Me dormí arrullada por su respirar. Di gracias a dios que el resultado de Majadahonda llegó negativo. Di gracias por cada día que puedo disfrutar de mi pequeña Alexandra.  



Wednesday, June 2, 2021

¿Y si decido vivir con una sola teta?

    Hay una mami del cole que pasó por un proceso de cáncer de mama el año pasado.  Alguna vez compartimos experiencias. Mi cáncer está en la misma mama que el suyo y ella se trató con el mismo equipo médico del Hospital Sant Pau. Ver que está viva y que su hija la abraza cada día cuando la recoge del cole me reconforta.

    Ahora que empieza el verano la vi hoy sin chaqueta y observé que tiene sólo el pecho izquierdo. Lo noté justo días después de que mi amiga Luz me contara de una conocida suya tuvo problemas porque su cuerpo rechazo el implante. 

    Hoy al ver a esta mami del cole cuestioné por primera vez algo que daba por hecho hasta ahora: que me pondré un pecho artificial cuando me hagan la mastectomía. Es normal que piense así ya que el tener una cicatriz del tamaño de una moneda de 2 céntimos en la parte superior del brazo me hace evitar llevar camisetas sin mangas es lógico que ni me había planteado prescindir de un pecho entero. 

    Crecí con la creencia que el cuerpo de una mujer ha de ser no sólo puro sino que también perfecto. Mi madre me reñía cuando me daba golpes y me quedaba una marca. Es así que evolucionó mi sistema de creencias acerca de mi cuerpo: que entre más marcas, granos, gordos, etc. tuviese menos valor tenía mi cuerpo. 

    Desde que tengo uso de razón mi cuerpo ha clasificado los cortes, golpes y queloides con un sistema de puntos. Cada imperfección nueva me causa mucha angustia porque pierdo puntos en la escala de valor de mi cuerpo.

    Dicho esto, perder un pecho entero derrumbaría la escala. Y tal vez es esto lo que necesito ahora mismo: quemar la lista mental que tengo de todas mis cicatrices y por lo tanto perder la cuenta de los puntos que creía haber perdido. 

    No he de decidirlo ahora... pero planteármelo es una tarea para la mente, el espíritu y sobre todo para mi cuerpo: mi fiel acompañante cada día. 

    En esta foto soy Albasarí en el Parc Güell. Y nadie diría: "¡mira, tiene dos tetas!". Tampoco se comentaría: "¡mira, tiene sólo una!"