Tuesday, June 8, 2021

EL ZIKA


    Ayer justo cuando iba de camino a empezar la segunda fase de mi quimioterapia recibí un mensaje de voz desgarrador de una amiga. Ella es lesbiana y junto con su pareja decidieron tener un bebé. Después de hacer el proceso para quedarse embarazadas desafortunadamente tuvieron que terminar el embarazo por una malformación del feto. 

    Me acosté impactada repasando en mi mente esa voz estremecedora que temblando me explicaba la razón por la cual no había contestado a mis Whatsapps en los últimos días.

    Las noches que me toca quimio tiendo a sudar mucho y me pica todo el cuerpo. Anoche sudé el doble y me picaban hasta los dientes; el pelo no porque de momento no tengo. Pensando en esa decisión tan difícil para una futura madre recordé con exactitud mis primeros meses de embarazo. 

    En febrero de 2016 hice una ruta de algunas tiendas que en ese entonces supervisaba. Pasé por Colombia y me extraño que mi cuerpo me pidiera con tanta ansia aquellos sabores de mi niñez; arepas, almojábanas, changua, sancocho, ajiaco, y mucho más. Estuve pensando sobre todo en comer durante ese viaje. 

    De Bogotá continué con mi ruta a Rio de Janeiro donde no tuvimos aire acondicionado en la tienda y tampoco en el hotel por un problema eléctrico en toda la zona de Botafogo. Era verano y época de lluvias. Hacía mucho calor. Recuerdo que me viajaban las gotas de sudor por la espalda y brazos mientras colgaba vestidos en la tienda. Además, salí de allí con por lo menos 20 ronchas de picadas de mosquitos. 

    Al llegar a São Paolo empecé a encontrarme mal. Escribí a la clienta que descansaría un poco en el hotel antes de ir a la tienda pero a partir de ahí no me pude levantar durante casi 30 horas. Estuve postrada en la habitación con fiebre y sudores hasta el día siguiente cuando la clienta ya preocupada vino a verme a la habitación y vi la preocupación en su cara ¿paludismo? ¿chikungunya¿zika? 

    Después de tantas horas de reposo me sentía mejor y no me quise complicar en ir a un hospital en São Paolo porque prefería coger mi vuelo de vuelta a España. Al llegar a Barcelona tenía cita con un ginecólogo y durante esta visita recibí una noticia sorprendente: ¡estaba embarazada!  

    Justo a principios del 2016 estalló la noticia del virus del zika, de las malformaciones de los fetos, del peligro para mujeres que vivían o habían viajado por Latinoamérica. El zika fue como muchos temas en la prensa: una moda pasajera de unos pocos meses.  

    Al comentarle al ginecólogo que acababa de volver de Colombia y Brasil saltó la voz de alarma e inmediatamente me hicieron una prueba para detectar la presencia de anticuerpos contra la familia del virus zika. Salió positiva. El test para determinar si había contraído zika específicamente se tenía que mandar a Majadahonda (Madrid) y me tocó esperar 10 días hasta recibir los resultados. 

    Fueron 10 días llenos de angustia y sufrimiento. Apenas me alcanzaba a sentir como futura mamá. Amaba ya ese ser que tenía dentro. Pero a su vez pensaba en la posibilidad de tener que matarle si hubiese un riesgo de que naciera con microcefalia. ¿Cómo le pides a una mami que decida algo así? 

    Sufrí mucho. Lloré mucho. Me despedí de mi bebe. Decidí luchar por el o ella dando igual cualquier malformación. Decidí una cosa y luego la otra mil veces. Fue uno de los momentos más difíciles de mi vida. 

    Anoche a las 3:00 de la mañana seguía despierta pensando en mis amigas y busque el calor de mi hija, su olor, su piel tan suave que parece harina, su pelo mojado de sudor. Me acosté en el suelo al lado de su cama para no despertarle. Me dormí arrullada por su respirar. Di gracias a dios que el resultado de Majadahonda llegó negativo. Di gracias por cada día que puedo disfrutar de mi pequeña Alexandra.  



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