Monday, December 9, 2024

LOS 40 PRINCIPALES

El 8 de noviembre fui al estadio Palau Sant Jordi de Barcelona a la entrega de los premios a los 40 temas de música más populares de España en 2024. Al recibir la invitación pensé que sería una buena experiencia a nivel educativo, ya que asistía sin experiencia alguna en cuanto al programa de los 40 principales. Parecía muy buena oportunidad, ya que estos premios se suelen celebrar en otras ciudades que no en Barcelona. 

Para empezar me sorprendió la cantidad tan grande de personas asistiendo. ¡Unas 15,000! Todo a lo GRANDE! Calculé que para esa noche el gasto en iluminación, técnicos de sonido y buildup del escenario habrá sido en torno a medio millón de Euros. Llegaba bien de tiempo pero el tumulto y el espacio tan grande empezó el espectáculo mientras buscaba mi butaca en la oscuridad. Incluso antes de llegar a sentarme me percaté con asombro de que llevo unos 25 años sin incorporar casi nuevos temas a mi repertorio musical. Osea, que posiblemente el 80% de las canciones que me encantan son del siglo pasado. 

Con lo cual era de suponerse que de las tres horas de espectáculo aquella noche sólo reconocí un grupo, Los Estopa, de cuya canción logré murmurar el refrán y como aportación de mi hija reconocí dos nombres más, Maluma y Lola Índigo. Justo detrás mío estaban sentadas un grupo de amigas, chicas jovenes, que regocijaban cada vez que subía un artista al escenario. Se sabían todos los temas. Cantaban con sentimiento, con conocimiento de causa. ¡Fascinante!  

Ando tan ocupada entre criar a mi hija, el trabajo y llevar la casa que casi ni escucho música. Con lo cual ya casi mi único contacto con la música es a través de mi hija, quien me ha presentado temas como Tacones Rojos de Sebastián Yatra y Rotten to the Core de The Descendants de Disney. 

Desde que mi hija cumplió siete años vengo pensando en renovar mis playlists para mantenerme relevante con ella y sus amigas. Uno de los grandes regalos de tener una hija de mayor es que no queda otra que ponerse al día a marchas forzadas. Cada vez que la veo bailar afianzo esa promesa a mi misma y escucho atenta.  

 De esa noche de los 40 Principales me quedó gustando Benson Boone, cuya estética me recuerda mucho a Fredy Mercury, Teddy Swimis porque tiene una voz preciosa y la canción Ohnana de DJ Agus Lima. Y aunque mi autoreflejo es de rechazo al narcoglamour, he de reconocer que el colombiano El Kapo no me disgustó del todo. 

Saturday, November 23, 2024

"INTENTAREMOS" ATERRIZAR EN ESTAMBUL

Era jueves y llegué al aeropuerto de Izmir dos horas antes de mi vuelo. Me tomé un te turco con baklava mientras esperaba a embarcar mi vuelo a Estambul.  Delicia. 

El cielo estaba casi negro y se notaba un viento frío. Pero nada que me alertase de manera especial. Esa mañana al despertar abrí la puerta de mi balcón que daba al mar egeo. Olía a sal, las nubes formaban bultos que parecían cargados de carbón y el horizonte estaba denso.

Despegamos con normalidad. Pasados 30 minutos empecé a notar turbulencias que no cedían y por momentos aumentaban con los estruendos de una tormenta que parecía perseguir nuestro avión. De repente empezamos a inclinarnos de un lado al otro con contundencia. Mientras flotábamos a la merced del viento. recordaba los cientos de aviones de papel que le hice a mi hija cuando era pequeña. Encendí mi pantalla para mirar el flight tracker. Vi con alivio que quedaban :20 minutos restantes de vuelo. 

El avión se continuaba meneando. El resto de pasajeros se notaban intranquilos. Cuando quedaban sólo 4 minutos para aterrizar mi silla empezó a vibrar y a sacudir con una intensidad preocupante. Miré la pantalla y ponía que quedaban :25 minutos de vuelo. Después de un largo rato volví a mirar y otra vez quedaban menos de 5 minutos para aterrizar. Pero nuevamente volví a ver que restaban más de 20. 

La ruta en la pantalla no tenía sentido. Parece que entrabamos en bucle. El piloto no decía nada. El avión continuaba zarandeándonos sin piedad. Miré a mi alrededor y había un silencio aterrador. Muchas personas tenían los ojos cerrados. El piloto por fin estableció comunicación y nos dijo que había una tormenta y que no lograríamos aterrizar en ninguno de los dos aeropuertos de Estambul. 

Al rato el piloto nos explicó que procederíamos a desviarnos a la ciudad de Bursa. Entre tanto, ya había empezado el coro de gente vomitando y se oía algún que otro sollozo entre la vibración del avión por un viento que luego descubrí en las noticas alcanzó los 130km/hora. Cerré los ojos y me agarré de la silla del frente. Oí un estruendo que me forzó a abrir los ojos. Noté que mis dedos estaban agarrotados de sostener la silla con tanta fuerza. Me ardían los ojos. Descubrí que había llorado tanto que se mezclaba mi crema de cara con las lagrimas y la combinación quemaba mis ojos. 

Logré recordar las palabras de David Hawkins: "nuestras reacciones, también el miedo y el pánico, son una elección..." Entonces tuve un pensamiento que me situó para poder componerme y aceptar el resultado de esta experiencia con plenitud y gratitud: ¡mi hija ha cumplido su primer ciclo de 7 años de vida! He logrado criar a Alexandra Caro Nita hasta los 8 años. Que regalo más estupendo. Mi nena tiene una muy buena base para afrontar la vida. Está rodeada de gente que le quiere. Su padre le adora y si crece a su lado, Alexandra será la que cría al padre. Que experiencia más enriquecedora para ella. Que suerte de vida.    

Me sentí liberada. Plena. Preparada para morir si era lo que tocaba. Afortunadamente aterrizamos en Bursa y las 3 horas que tuvimos que esperar dentro del avión con el olor a vomito mientras que los servicios de emergencia atendían a otros pasajeros que necesitaban cuidados médicos me supieron a gloria. 

Mientras repostaban combustible el piloto nos explicó que volveríamos a despegar e "intentaríamos" otra vez el aterrizaje en Estambul. Claro, lo normal es que te avisen que aterrizarás en tu destino.. no que se hará un "intento" de aterrizar. Me entró la risa. Nos reímos varios. 

De normal el vuelo de Izmir a Estambul tarda una hora. Llegamos a Estambul cinco horas después de despegar de Izmir y al bajar del avión me hice una nota mental de no dar por hecho algo tan importante como poder pisar tierra firme.


                                                      La ruta de la primera parte del vuelo
 

Sunday, November 17, 2024

¿ya está? ¿esto es lo que hay?

Correr, correr y correr.

Observo en mi comportamiento un claro patrón de llegar a un sitio nuevo y construir una vida para luego, como se dice en España, "salir por patas".

En Washington D.C. monté un lindo apartamento en Tunlaw, al lado de Georgetown University. Cuco, con una cocinita pequeña pero muy completita, una ventana que daba a unos lindos jardines, tenia un trabajo con un claro camino hacía un buen futuro en la capital de la nación. Me gradué de la prestigiosa American University. Y cuando tenía todo alineado y listo para despegar... me mudé a Alemania.

En Colonia tuve no uno, sino varios apartamentos realmente bellos, el que más me encantó y donde estuve más años estaba en Choldwigplatz. Daba a un verdísimo patio interior. Mi carrera iba bien, parecía que podía establecerme en Alemania. Con lo cual, decidí mudarme a España. 

Construí varias vidas en diferentes ciudades: Madrid, Burgos y Barcelona y no sólo eso, sino varias veces en cada ciudad. Cuando todo estaba perfecto, cuando encontré la plantita perfecta para aquella esquina de la casa que le faltaba un poco de verde .. ¿que hice? ... mudarme a China. 

Mi apartamento en Beijing era también muy bello, en la 50ava planta de un gran edificio, a pocos minutos andando de la universidad de Pekín. Todo pintaba bien y claro, me marché una vez estaba todo montado. 

Etc. Etc.  

Siempre he asumido que estoy como huyendo de algo, tal vez de mi misma. 

Pero hace poco... ya con 51 años... logré ver la razón por la cual marcho de los sitios constantemente. Estaba en casa mirando mi apartamento de ahora, pensando en que tal vez me quede en Barcelona, pero me TENGO que cambiar de zona, a una más verde, menos trajinada, con menos turistas, con mejores colegios, etc. Y de repente identifiqué aquella dinámica que me lleva siempre a buscar otro sitio. 

Siento como una especie de vergüenza en admitir que he llegado al sitio donde tengo que estar. No me cabe en el ego afirmar que el sitio donde estoy es el que me corresponde. Osea, que no hay algo mejor para mi en otro sitio. Que no estoy yendo hacia una opción mejor, con gente más inteligente, refinada, de mejor alcance económico, más educada, que va a su casa de playa cada verano, que en invierno marcha a Andorra a esquiar, que habla múltiples idiomas, que son abiertos de mente, etc. 

Es como que si declaro que he encontrado mi sitio significa que he llegado hasta donde soy capaz de llegar... que no hay una "mejor versión" de mi misma.

Entonces, he decidido con propósito y aplomo que estoy donde tengo que estar. Que no me voy a otra zona a buscar lo que no se me ha perdido. Que quiero cambiar esta programación que he identificado. Quiero explorar las oportunidades que este sitio donde estoy ahora me ofrece. Miro a mi alrededor y veo sólo posibilidades. Por fin tengo ganas de vivir la vida que tengo. No una que imagino por ceder antes mis complejos y mis miedos. 

Quiero vivir dentro de mis posibilidades. Quiero habitar las oportunidades que se me presentan. Quiero acoger esto que tengo, apreciarlo, disfrutarlo, amarlo. Que suerte que tengo. Gracias vida. Gracias apartamento. Gracias Barcelona. ¡Gracias Albasarí por existir en este sitio en este momento!!! 



Saturday, July 9, 2022

Pero, ¿con 5 años TODAVÍA no te nada?

    Hace casi 6 años mi hija sobrevivió una lucha de 26 horas por nacerIntentamos el parto sin epidural y sin inducir, pero acabamos sometidas a una cesárea de emergencia. Tras un día entero de esfuerzos y muchas horas sentadas en la pelota de pilates mi bebé no logro posicionarse para lograr el parto natural.  
    
    Después de tantas horas oí a la enfermera decir que mi hija se empezaba a ahogar. Me abrieron el vientre en el pasillo de camino al quirófano. Las ruedas de la camilla aún giraban cuando sentí el bisturí cortar mi abdomen. En cuestión de segundos el espíritu luchador de Alexandra había superado su primer reto: el de no morir.   

    Años después al contarle a mi psico oncóloga que Alexandra tenía una gran aversión al agua y que mis intentos de apuntarla a natación nos habían causado más trauma que beneficios, la doctora dio por hecho que habíamos sobrevivido un parto muy difícil. Hasta ese momento yo no había conectado algo que ahora me parece más que obvio.  

    Decidí pues no forzar a mi hija a nadar e intentar enseñarle yo con la máxima dedicación y paciencia requeridas. Acordé con mi nena de hacer media hora de natación diaria en Miami aprovechando que tenemos piscina. Las clases empezaron bien: cada mañana dábamos un "pasito despacito" y nos íbamos sintiendo incrementalmente motivadas.     
    
    Celebrábamos cualquier logro, por más mínimo que fuese: sumergir la nariz debajo del agua 2 segundos: ¡BRAVO!!, mover los brazos dentro del agua como una mariposa: ¡BRAVO!  Pasamos dos semanas encantadas y orgullosas con nuestro progreso. 

    Antes de ayer fuimos a casa de mi tía y Alexandra quiso demostrar su maestría en la piscina. Toda orgullosa desplego los aprendizajes de los últimos 10 días. Pero las expectativas de mi tía no se vieron cumplidas: "Esa niña no sabe nadar. Es un peligro una niña tan grande que no sabe ni nadar."

    Al caer en cuenta que, aunque habíamos avanzado mucho, en efecto mi hija seguía sin saber nadar empecé a dudar de mi estrategia. En lugar de actuar como un parachoques, yo misma empecé a cuestionarle y a presionarle. Le critiqué abiertamente. Puse en duda sus ganas de aprender. No fui la madre que me hubiese gustado ser en ese momento. 

    Ayer en la piscina de mi madre una vecina me dijo que sus nietos ya nadaban con 2 años. Me sentí como la "típica" madre alcahueta y sobreprotectora por haber cedido a desapuntarla de natación. Nuevamente opté por intimidar y asustar a mi hija. Mi Alexandra me respondía: "mommy, I'm trying. Mom, yo sé hacer otras cosas, pero no nadar."  

    Le expresé toda mi rabia tras aguantar años de presión, de comparaciones, de sentirme inadecuada. Sentí que los hombros se me encogían hasta casi tocar mis lóbulos. Noté que perdía la empatía hacia mi hija y hacia mi misma. Ella se defendía bien de mis acusaciones. 

    De repente vi que sumergió su cabecita debajo del agua y empezó a moverse con la maestría de alguien que lleva años nadando. Me preguntó: "mommy, are you happy? are you proud?".  Logre despejar mi nube de frustración y vi a mi nena tan pura; tan ansiosa por complacerme. De inmediato le pedí disculpas por mi comportamiento. Me dijo: "mami, lo hiciste muy bien. ¡Ya aprendí a nadar!"



Las clases de natación resultaron ser una importante lección para ambas.



















Sunday, April 17, 2022

TAL VEZ DEBERÍAS ...

    Estas últimas semanas he tenido la suerte de recibir varias visitas muy deseadas en casa. Percibí mi emoción y anticipación ante la oportunidad de reconectar con estas personas principalmente como cariño e interés por sus más recientes experiencias. 
    
    Pero las palabras de mi psicooncóloga la última vez que fui a un grupo de apoyo para sobrevivientes de cáncer me dejaron pensando en que realmente lo que yo añoraba ante todo era la oportunidad de darles mi opinión sobre sus vidas. 

    Cada sesión de grupo de apoyo me da tantísima perspectiva y de forma tan inesperada que veo con innegable claridad las curvas y longitud del camino al entendimiento de mi propio ego. Es un camino por momentos con mucho tráfico y a su vez pueden pasar meses sin pasar por él.     

    A menudo doy por hecho que cuando alguien me cuenta algo es para que yo de mi perspectiva o para que emprenda alguna acción. La reacción típicamente femenina es la de dar consejo. La masculina es la de resolver el problema. Pero realmente cuando alguien nos comparte su realidad la escucha activa y empática es la mejor práctica. Al menos de que se nos pida nuestra opinión o ayuda específicamente no hay lugar para darla. 

    La psicooncóloga nos hizo el llamamiento a las 5 mujeres que fuimos ese día al grupo a escuchar atentamente y pedir permiso activamente antes de compartir nuestra opinión. El preguntar: "si te parece bien te puedo decir mi punto de vista". 

    Yo pensé que había aprendido mi lección y en una conversación con mi prima que vive en Alemania y es una de las visitas que recibí recientemente le pedí disculpas por darle mis opiniones como si me las hubiese pedido. 

    A los pocos días me fui a Bélgica a visitar a la tía de mi hija por parte de padre. Y como no podría ser de otra manera, el reaprendizaje está en los matices: me vi sentada en su gran jardín en Ost-Vlaanderen disfrutando de un delicioso crepe relleno de queso fresco y dándole mi opinión enmascarándola como escucha empática. Mi voz decía: "Bueno, yo en estos casos hago tal y tal..."  

    Ahora después del hecho y ya sentada en el sofá de casa bebiendo mi infusión de roibos caigo en cuenta de que mi ego travieso encontró otra manera de controlar la situación. 

    Cada lección la aprendemos una y otra vez, cada vez con un matiz un pelín diferente. Lo suficientemente diferente para darnos la oportunidad de profundizar un pelín más. ¡Así de generosa es la vida: siempre nos dará la oportunidad de aprender la misma lección una y otra y otra y otra vez!



Thursday, March 24, 2022

LA CARTA DE MI PADRE

    Digo carta pero realmente fue un e-mail que recibí de mi padre ayer.  Antes nos escribíamos cartas cada cuatro a cinco años. O más bien cada diez. Ahora llevamos el mismo ritmo con el e-mail. 

    La última vez que vi a mi padre me pidió disculpas por no haber sido el padre que me merecía. Nos tomamos un café en una crepería en el estrato alto de Bogotá. Recuerdo una calle decorada con árboles y mucho verde. Junto a una iglesia. Era domingo y la gente entraba o salía de misa. Habían pasado décadas sin vernos. 

    En su momento recibí sus palabras como una reafirmación de mi sentimiento de rechazo y abandono. Durante toda mi infancia los niños que tenían padre despertaban en mí una envidia y añoranza que me llenaba de rabia y resentimiento. Es el mismo sentimiento que a veces despierta en mí la gente que tiene casa con jardín o terraza.  

    En cada ciudad que viví, sea Miami, Washington D.C., Colonia, New York, Beijing, Madrid o Barcelona, respondí siempre lo mismo si alguien preguntaba por mi padre: "No tengo. Bueno, tengo pero nunca se interesó por mí y le he perdido la pista."  Su falta de interés creó en mí un vacío que llené con "relaciones rescate." Es así como el perfil de todas mis parejas hasta ahora ha sido el mismo: hombres que padecían de alcoholismo, o de su falta de sentido práctico por la vida material, o de su caos interior, etc. Buscaba en cada uno de ellos a ese padre ausente.

    Y como no podía ser de otra manera encontré en el padre de mi hija una versión de mi propio padre. Igual que mis padres, nunca tuvimos una relación como para plantearnos formar una familia.  Nuestra hija Alexandra nos vino porque le tocaba nacer y le tocábamos como padres. 

    Y al igual que mi padre, el padre de mi hija no aporta para la manutención de mi nena. Igual que mi padre, al padre de mi nena le cuesta encontrar su rumbo y su forma de "ganarse la vida". Es una frase que me horroriza por una parte, ya que todos somos merecedores de "la vida" sin tener que "ganárnosla". Pero por otra parte el mundo es material y se requiere el ganar dinero para poder vivir. La vida terrenal es así.

    El lenguaje del amor es amplio. Pero también es cierto que un niño con hambre te recibe antes un plato de comida que un abrazo. Demasiadas veces he dicho al padre de mi hija que el amor se demuestra organizándose para tener dinero con que comprarle comida y ropa a nuestra hija. Pero está claro que con la elección de este padre para mi hija inconscientemente he buscado repetir los patrones de mi  pasado. Es ahora que entiendo tanto más a mi madre.

    Agradezco al universo que, al igual que mi madre, tengo un cuerpo y una mente que me han permitido "ganarme la vida" para cuidar de mi misma y de mi hija. También agradezco al universo que a diferencia de mi padre, el padre de mi hija le adora y se lo dice cada día. He logrado así romper por lo menos el patrón del padre ausente y de eso me siento orgullosa. 

    En respuesta a la carta de mi padre tengo lo siguiente que decir:  

    Padre, perdimos el contacto por la distancia, por la falta de interés por ambas partes, porque cuando me acerco parece que me quieres pedir dinero para ti o para tus otros hijos, por el ajetreo normal de la vida, etc.  

     Padre, tengo una hija inteligente, con una madurez emocional sorprendente, alegre, alentada, come estupendamente, habla inglés, español y catalán con fluidez y ahora estamos con clases de alemán. Quisiera que aprenda rumano, su idioma paterno. Le encanta bailar y pintar. Está repletita de amor que le dan sus padres, sus dos abuelas, sus tíos Marybel, Dirley, Karen y Kenny. He creado para ella algo que yo siempre eché a faltar: la sensación de tener una familia que le acoge y le respalda. ¡Estoy muy orgullosa de ello!

    Padre, estoy muy agradecida porque tengo la oportunidad de seguir compartiendo con, y cuidando de mi nena. Superé un cáncer que me diagnosticaron en enero del año pasado. Realmente no hay nada como estar muy cerca de la muerte para librarse de cargas del pasado y ser ¡FELIZ!

    Padre, en tus cartas siempre noto un tono de reproche por haberme "marchado de tu lado". ¿Sabes? Yo al universo también le agradezco que la ausencia de un padre que respondiera fue lo que animó a mi madre a buscar otros caminos y a construir nuestra vida en Miami. En Granada me hice una idea de lo que hubiese sido mi vida junto a ti y a Lucia. Mi respuesta: ¡no, gracias! Mi reacción creo que no te debe sorprender.

    Padre, de mi experiencia en el rol de hija me queda claro que cada uno tiene los padres que se merece. Tu eres el padre que me merezco. El vacío que sentí por no tenerte presente en mi vida me armó de valor y energía. Gracias en parte a no tenerte he logrado ser la mujer que soy. Gracias.

    Padre, Alexandra me ha preguntado más de una vez por qué ella no tiene yayos (la palabra para abuelo en catalán). Yo un día le conté que sus yayos se portaron mal y que por eso no les conoce. Mi hija, tan bella, me preguntó si acaso no recogían sus juguetes o si no les gustaba compartirlos. Le respondí que sí, que más o menos fue eso lo que pasó. Te animo a que tengas contacto con ella. Mándame un video si puedes. Yo le puedo contar quién eres. Tal vez más adelante organizar una videollamada para que sepa quien eres.  

La vida es demasiado frágil y temporal para desaprovecharla.  

    







Monday, January 24, 2022

FOC, 57

    Salí de casa con tiempo de sobra para llegar al Carrer del Foc 57 sin estrés. Fui en bus porque parecía la forma más directa de llegar desde mi casa. Esta gestión importante la tenía pendiente desde hace meses pero entre la quimioterapia y la masectomía no pude. De camino repasé los papeles a presentar en las oficinas del Districte Administratiu de la Generalitat de Catalunya una y otra vez. Todo completo, todo OK!  

    Llegando a la Plaça Espanya se paró el tráfico completamente. Sentí un hormigueo de ansiedad. Me agobié de pensar que hacer UNA GESTIÓN me puede causar tanto estrés. En el bus vas más alto que el resto de los coches y se ve la longitud de los atascos con facilidad. ¡Gran Vía colapsada!  Mi dialogo interior se hizo más oscuro a medida que pasaban los minutos: "vaya, tendría que haber pillado el metro, ¿en qué momento decidí que el bus? Es que todas las gestiones me salen al revés. Mira que estresada vas, lo único tienes agendado el resto del día es un masaje y aún así no logras relajarte. ¿que pasará cuando vuelvas a la vida real y tengas un trabajo?

    Para cuando llegó el bus a mi parada iba bien de tiempo aún pero ya un poco justa. Con la mente nublada y llena de odio hacia mi misma saqué el iPhone para que me guiará. Empecé a andar cuesta arriba apresurando el paso. Faltaban 10 para las 10, aún OK porque el iPhone indicaba 8 minutos. Ya sabiendo el camino guardé el móvil en mi mochila para centrarme en andar rápido. ¡Buen momento para este ejercicio de Mindfulness!  

    Me pareció raro que después de unos 5 minutos sólo veía espacios abiertos y verdes y ninguna señal de un edificio oficial. Volví a sacar el móvil y resulta que al mirarlo se había girado el mapa y ande en la dirección contraria. ¡Mierda X 2Las 9:58 y el iPhone me indicaba :14 minutos hasta mi destino. Jolines, casi el doble que cuando llegué. 

    Volví corriendo, pasé por la parada de bus nuevamente. Hacía tanto sol que me quité la chaqueta y las dos capas de ropa que llevaba puesta. Me entraron los sofocones pre-menopaúsicos. Iba por la calle en tirantes y gorra en diciembre. Mi voz interior entro en modo pánico y la abusadora agarro el micrófono: "esta era la única gestión importante que tenías toda la semana. Si no eres capaz ni de encontrar un sitio obviamente no serás capaz de encontrar un empleo. Te ahogas en un vaso de agua. ¿Cómo será cuando tengas el trabajo, la casa, la niña y todo tu sola? No podrás con todo. ¡Está más que claro!

    Al final llegué 10 minutos tarde, acongojada y resignada a haber perdido mi turno, como pasa en el Ayuntament cuando te presentas tarde. Estas oficinas parecían la entrada a un hotel: techo alto, madera, colores cálidos, luz natural, plantas. Bonito. Expliqué al chico de la recepción que con los nervios fui andando en la dirección contraria hasta llegar casi al Palau St. Jordi. El joven que me atendía me contesto con una voz serena y una sonrisa firme pero empática diciendo: "Tranquila, todo está bien. Presiona la letra C y te sientas."

    Me senté a esperar, chorreando de sudor y pensando en esta, mi primera excursión después de mi operación. Tan agradecida a mi cuerpo por lograr tal carrera colina arriba y colina abajo sólo semanas después de una intervención de 14 horas. Me sentí esperanzada y a su vez avergonzada ya que justo había completado un curso de seis semanas titulado "Vivir Bien Con Estrés" para pacientes de cáncer.  

    Me di cuenta que el manejo del estrés no se aprende sino que es un reto diario. Que en la vida siempre hay gestiones y trajines. Que perderé mi centro en algunas situaciones pero lo importante es acercarme en lo posible a una paz que me lleve a ser maleable ante el inevitable corre corre del día a día. Ya puedo tener el trabajo que tenga o incluso dejar de trabajar, que las situaciones de estrés se presentarán igual. Respiro, me quiero, todo lo lograré, soy fuerte a pesar de esos momentos de debilidad y duda.  


Ese día no saque fotos pero aquí algunas de Google. El edificio del Districte Administratiu está diseñado para trasmitir el bienestar y la paz que necesité en ese momento. Todo llega, todo encaja cuando tiene que ser: