Monday, December 8, 2025

CORTINA DE PELO

Cuando mi hija Alexandra estaba en tercero de primaria Anastasiya, una compañera de la clase cuyos padres llegaron a Barcelona huyendo de la guerra en Ucrania, descontinuó su amistad con mi hija. Alexandra estuvo muy triste con la evolución de esa amistad, ya que fueron inseparables durante los primeros dos años de Anastasiya en España. Se entendieron desde el principio y Alexandra la acompañó hasta que aprendió a hablar castellano. Con el paso del tiempo Anastasiya, como es natural, empezó a relacionarse más con otras nenas de la clase hasta que eventualmente dejó de priorizar su amistad con Alexandra. 

Un día viendo a mi hija triste le pregunté y me contó que Anastasiya le estaba haciendo cortina de pelo. Le pregunté en que consiste la cortina y me explicó que es cuando no quieres escuchar que alguien te habla y para no tener que prestarle atención ladeas la cabeza haciendo un movimiento del cabello que crea una especie de cortina que bloquea la vista de tu cara. Imaginé el largo y rubio cabello de Anastasiya como una cortina infinita, ondulando como una cascada hombros abajo y bloqueando la mirada de mi hija. Le expliqué a mi pequeña que a veces las amistades evolucionan, que van cambiando y hay que dejar ir, por más que nos duela en el momento. 

Semanas después le pregunté a Alexandra como lo llevaba y me confesó que tras varios intentos de hablar con Anastasiya se dio cuenta de que una conversación no cambiaría nada, porque las prioridades de su amiga estaban en compartir con sus nuevas amistades. Le pregunté a mi hija si necesitaba ayuda para sentirse mejor y me respondió: "no mami, he intentado hablar con ella pero si no le interesa no hay nada que hacer. No te preocupes por mi mami, yo se que la vida son etapas."

Esta escena quedó grabada en mi mente y esta historia la he contado muchas veces. Sin embargo, cuando recientemente tuve la sensación de que una amiga no priorizaba nuestra amistad no reconocí en mi tristeza y frustración la lección que me había enseñado mi hija. Realmente la vida son etapas y todos tenemos las prioridades que corresponden en el momento que estamos. La gestión está en entender que si el compartir una amistad no fluye pueda ser que no toca. Por lo menos no en ese momento. 

Anastasiya actuó acorde con sus prioridades del momento. Era lo correcto y correspondía que mi hija lo aceptara. Con 52 años me costó entender lo que mi hija de 8 vio con tanta claridad; que las cosas no se han de forzar. Que en la amistad se da y se recibe libremente. 

Igual de libremente somos llamados a dejar ir por momentos para poder retomar los vínculos cuando el momento así lo permite.     






Tuesday, June 24, 2025

BODY SHAMING AT 8

Last year Alexandra was in love with herself. 

This year a frenemy at school asked Alexandra how come she already has belly fat. 

At age 8 my lovely Alexandra can't yet realize how perfect she is. This I fear might require decades of ruinous rumination. 

At 8, I watch her scrutinizing her belly, her hair, her tiny little arms in front of a critical mirror. 

Already starting the third grade my daughter officially joins all the rest of us women in the race to constantly adjust, to perfect, to improve ourselves. 

Starting now my little Alexandra will cyclically feel ugly, insufficient and inadequate.

No amount of mommy's love will spare her.

No amount of supportive and admiring comments will convince her of how perfect she is.

My baby joins the ranks of us complexed, compliant ladies.

Welcome Alexandra. I trust I've built a strong foundation for you. 

I love your perfect little body my beautiful baby.  I see all eyes on you. To market to your perceived insufficiencies, to sell you a version of yourself that needs fixing. I keep wishing you could see yourself through my eyes.  But you are in the world. You are of the world and the world will teach you what I can't or couldn't thus far. 





Saturday, May 24, 2025

GRACIAS STEFAN. ERES PERFECTO PARA MI.

Tres años después de graduarme del programa de cáncer del hospital St. Pau, sigo viendo a mi psico oncóloga por privado. Al acabar el tratamiento reconocí que el trabajo espiritual y mental del post-cáncer sería mucho más extenso que el periodo de la quimio y radio y por lo tanto me propuse continuarlo. 
Estoy feliz con la terapia. Siento que me ayuda a destapar y entender los misterios de mi interior. ¡Gracias cáncer por todo lo que me vas enseñando aun. Gracias por la oportunidad de vivir esta versión 2.0 de mi misma!
 
De forma bastante regular uno de los temas que ocupan mis sesiones con la psicóloga es mi relación con Stefan, el padre de mi hija. He pasado por varias etapas de sentimientos hacia esta relación: la atracción, el desengaño, el miedo, la rabia, la indignación, el cansancio mental, el odio, el resentimiento, la negación, etc.
La semana pasada Stefan hizo algo que despertó en mi un malestar inmenso. Entró en casa sin pedir permiso, sin comentarlo después, sin excusarse. Hace ya varios años después de algunas escenas desagradables cambié el cerrojo de casa y le prohibí entrar. 
Pero el otro día mi hija se llevó sus llaves con ella y por primera vez el padre la dejó en casa sin haber llegado yo aún. La nena le pidió de entrar porque le quería mostrar las plantas grasas que sembró en el balcón y Stefan no tuvo mejor idea que entrar en casa y pasar por mi habitación para ver las 3 plantas recién sembradas a una maceta del balcón. 
Llegué a casa ni una hora después y sentí de inmediato la presencia del padre que tal vez estuvo sólo unos minutos y ya había marchado. Sólo al pensar en su cuerpo dentro de mi casa me entró una sensación de pánico. 

Unos días después, en mi sesión le comenté a la psicóloga esta reacción que determinamos es irracional. Al ahondar en esta sensación de sentirme invadida y aviolentada en un espacio que se supone es mio y seguro reconocí que tiendo a trasladar mi sensación de inseguridad en casa, de cuando era pequeña hacia la figura del padre de mi hija. La psicóloga afirmó que ciertamente lo que hizo Stefan no es correcto pero me invitó a observar otra vertiente de esta interacción que es aún más interesante: MI PROPIA REACCIÓN.
De repente entendí las muchas sensaciones incómodas y descolocadoras que siento al interactuar con el padre de mi hija. Comprendí que la Albasarí de los 5, 10 y 14 años aún sufre y se siente desprotegida. Tuve pena por ella. Le abracé. La quiero. Y sobre todo le di gracias a Stefan por despertar estas sensaciones en mi y ayudarme a entenderme. 
Gracias Stefan. Eres perfecto para mi. Me has ayudado a comprender. 
Hoy hablé con Stefan al teléfono y me hizo uno de sus comentarios que hasta ahora me producían rechazo y repelús. Sentí alivio por entender mi reacción. Me reí. El echó a reir también y me dijo que jura que sus comentarios no van a mal. Le creo. Es un crio. Muy inmaduro. Pero no malévolo. No es mi padre, no es mi padrastro. Pero está en mi vida para ayudarme a trabajar ese pasado difícil.   

Hace años la psicóloga me ofreció una versión que no recuerdo exactamente de la siguiente oración para la gestión de los momentos difíciles con esta figura de padre que tendré en mi vida para siempre: "te perdono, me perdono. Eres perfecto para mi. Soy perfecta para ti. Gracias Stefan."